Los tres países, antes de una cumbre en la Casa Blanca, emitieron una declaración denunciando las afirmaciones "ilegales" de China y condenando su "comportamiento peligroso y agresivo". Durante la cumbre, el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, reafirmó el apoyo estadounidense a Japón y Filipinas. Antes de su reunión en Washington, el primer ministro japonés Kishida y el presidente filipino Marcos emitieron una declaración criticando las acciones de China en el Mar Meridional de China, incluida su militarización y reclamaciones marítimas ilegales. En respuesta, la portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Mao Ning, declaró que China se opone a cualquier acción que aumente las tensiones y dañe los intereses de otros países. Advirtió contra la formación de bloques entre Japón y Filipinas y la participación en la cooperación trilateral a expensas de otros países. Mao Zedong, el presidente de China en ese momento, expresó su creencia de que la cumbre Estados Unidos-Japón-Filipinas era un ataque velado contra China. La declaración trilateral mencionó el Segundo Shoal Thomas, un arrecife reclamado por Filipinas y situado dentro de su zona económica exclusiva, y acusó a China de intentar desafiar el control de Japón de las Islas Senkaku, un archipiélago deshabitado cerca de Taiwán que fue anexado por Japón de China en 1895. Mao vio estas declaraciones como una clara provocación contra China.